viernes, 24 de mayo de 2013

Una impresora 3D salva la vida de un bebé agonizante


Con apenas seis semanas de vida, Kaiba Gionfriddo comenzó a ponerse azul. Había dejado de respirar.
Su padre, Bryan, presionó su pecho con fuerza para que ingresara aire a los pequeños pulmones de su hijo.
Pronto fue llevado a un hospital local, donde los médicos concluyeron que había entrado líquido o comida a sus pulmones y eventualmente le dieron el alta. Pero dos días después, se repitió la terrible escena. Comenzaba el martirio y la agonía diaria para la familia de Youngstown, Ohio.
“Tenían que practicarle reanimación cardiopulmonar todos los días”, dijo April Gionfriddo, la madre de Kaiba, que pronto descubrió que su hijo padecía malacia bronquial, una rara obstrucción en los pulmones. “No creí que lograra abandonar el hospital con vida”, agregó.

Ante un panorama sombrío, los médicos optaron por una jugada desesperada. Utilizando una técnica experimental nunca antes utilizada en seres humanos, crearon una férula hecha de material biológico que pudo desbloquear el conducto respiratorio de Kaiba.

El logro adquiere mayores dimensiones cuando se descubre que la férula fue creada utilizando una impresora 3D.
“Es algo mágico”, señaló el Dr. Glenn Green, quien le colocó el dispositivo al niño. “Estamos hablando de utilizar polvo para convertirlo en una parte del cuerpo humano”, reflexionó el profesor adjunto de otorrinolaringología pediátrica en la Universidad de Michigan.

“Fue genial que los médicos pudieran hacer algo por Kaiba con una impresora”, dijo April Gionfriddo. “Pero no nos preocupaba eso. Lo único que nos preocupaba era nuestro hijo”.
Green, un profesional con 20 años de experiencia, y un colega de la Universidad de Michigan, el ingeniero biomédico Scott Hollister, llevaban años trabajando en el dispositivo para niños con problemas pulmonares cuando recibieron la llamada de un fisiatra en Ohio.

“Nos dijo que tenía un niño que necesitaba una férula urgentemente”, dijo Green refiriéndose a Kaiba. “Nos dijo que el niño moriría si no se hacía algo”, añadió.
Green y Hollister recibieron autorización de su hospital y de la Administración de Alimentos y Medicamentos para probar su tratamiento experimental, hasta entonces solo utilizado en animales, en Kaiba. El niño fue llevado en avión desde el Hospital de Niños de Akron hasta el Hospital C.S. Mott de la Universidad de Michigan.

“Fue una mezcla de euforia y de terror”, indicó Hollister, profesor de ingeniería biomédica y mecánica. “Es muy fuerte cuando te dicen que puede ser la única oportunidad que tenga un niño de salvarse”, agregó.
El próximo paso fue realizar una tomografía de los pulmones de Kaiba para que la férula encajara en las dimensiones exactas de sus órganos. Hollister utilizó los resultados para generar un modelo computarizado de la férula.
La impresora 3D usó este modelo para diseñar la estructura de la férula con un polvo llamado PCL.

La férula, de apenas unos centímetros de largo y 8 milímetros de ancho, fue colocada en el bronquio colapsado de Kabia. Pasaron solo unos instantes antes de que los resultados aparecieran a la vista.
“Enseguida vimos a los pulmones inflarse y desinflarse”, dijo Green. “Fue asombroso y todos festejamos en la sala de operaciones”.

La técnica empleada por Green y Hollister es parte de un campo floreciente llamado medicina regenerativa. Ambos esperan que este tipo de procedimientos se repliquen en una mayor cantidad de pacientes.
La familia de Kaiba, en tanto, agradece que, 15 meses después de la cirugía y con 18 meses de vida, el pequeño pueda respirar por sí mismo.

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